martes, 26 de febrero de 2013

Sol, solet fes el favor

Sol, solet, vine'm a veure, vine'm a veure. Sol, solet, vine'm a veure que tinc fred.

I molt. Així que fes el favor.


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Cara y cruz del #foreveralone
Lo bueno de llevar el #foreveralone es que nadie te llama la atención si te levantas y enchufas a tope el Rock'n Roll around the Clock al desvestirte camino de la ducha. Donde puedes acabar con toda el agua caliente del mundo, si te da la gana. Y pasar media hora delante del espejo cambiando de modelito y mientras piensas si tiene o no sentido que haya leggins push up. Cuestión que las chicas de Norma Jean Magazine convirtieron en intenso debate de a 140 carácteres en twitter.

Lo malo de llevar el #foreveralone es que cuando sales del cuarto de baño el café y las tostadas te las tienes que preparar tú y que nadie puede ayudarte a subir la cremallera de la espalda de ese pichi tan mono que has decidido ponerte hoy. Despliegas pues tus dotes contorsionistas, que nunca han sido muy brillantes, y la cremallera alcanza su tope. Sensación de triunfo al canto y hoy va a ser un gran día.


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Momento musical, Rock'n Roll around the Clock, de Bill Halley. Obvio. ¿Qué, no?



lunes, 25 de febrero de 2013

Allá por el 2010

Hace ya casi tres años que mi alma recorría los sonrientes países del Sudeste de Asia, mochila al lomo y gorra en la cabeza.

Hoy recuerdo con nostalgia el sol lechoso del trópico, el pasar horas y horas conversando con el culo en una alfombra sin otra cosa que hacer que esperar la llegada de las olas a la playa de Medewi. El no saber si me quedo un día más en Phnom Phen o cojo mañana el autobús para Battambang, si mañana comeré arroz o fideos, fideos o arroz. O negociar a muerte el precio de una camiseta en el mercado de Chattukak mientras tomo un infame café del Seven Eleven en Bangkok. El aprender a cocinar la Rosa Blanca en Hué o bucear las aguas de Mar de Andamán. U oír la llamada a la oración en Singapur mientras el aroma a curry me guía hacia un restaurante hindú donde familias enormes sacian sus también enormes estómagos. O ver cómo los monjes duermen en un hermoso Wat en Luang Prabang o cómo los notables de un pueblo perdido en los escarpados montes de Laos matan a un pato para cenar.

Todo eso. Y los trenes. Y las motos. Y las calles. E incluso los aeropuertos sucios y las cucarachas en el baño.


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Momento musical, que como hoy me he levantado hippiosa va a ser un poco (sólo un poco) revindicativo, Je veux, de ZAZ. En su versión callejera.



domingo, 24 de febrero de 2013

Un sábado que mola mazo

Ayer fue un día muy 90's, década que se alargó hasta la madrugada en una de esas noches en las que una está especialmente atenta y encuentra un denominador común a todo lo que sucede.

Y el denominador fue la década en la que los treintañeros descubrimos los tejanos rotos y las camisas de cuadros, el grunge y el britpot, los besos y el sexo, la literatura y el arte, el alcohol y las drogas, las motos y los coches, las Doc Martens y las Converse, las tardes en el parque con los amigos y las noches en conciertos en discotecas.

- Me levanté y me calzé mis Martens ocre que llevan protegiendo mis pies desde el 95 y que combiné sabiamente con un jersey de ese color de punto gordo, mini negra y medias tupidas.
- Guay, mogollón, está chulo, mola mazo, genial, vacila a saco. Léxico de adolescente noventera de cole bien que suelo utilizar a menudo, como me indicaron ayer.
- Salí de tiendas y vi camisetas con fotos de Jonnhy Deep y Vanessa Paradis,  de Lenny Kravitz de cuando las rastas, del Nevermind de Nirvana e incluso de Green Day. También pantalones de pitillo desteñidos, camisetas denim y zapatos tipo boogie. Una estética que me conozco de memoria y de la que puedo encontrar reliquias si hurgo en el fondo de mis armarios.
- Me acerqué a la Bodega del Poblet a ver el fútbol y me encontré con Mario detrás de la barra. Conversamos como cuando en los 90's regentaba el Snoopy de la calle Provenza.
- Uní mis pasos a la de unos parroquianos habituales, que iban disfrazados de Mia Wallace y Vincent Vega y acabamos en el concierto que The Primitives daba en Vilapicina. Sonido a caballo entre el rock de toda la vida, el petardeo punk y la melodía brit que me llevó a la adolescencia.

Os los dejo a modo de momento musical. Really Stupid, The Primitives. Y ya me diréis si habéis o no habéis bailado estos sonidos.


sábado, 23 de febrero de 2013

Busy, lovely and happy

Enero fue un mes hórrido, de esos que ni merecen convertirse en polvo a esconder debajo de la alfombra. A olvidar pues.

Febrero pasa en un delicado equilibrio entre la sonrisa, la noche, la nieve y la luz. Los días centrales de este invierno ahora sí me tonifican con ese frío que se combate debajo de una manta o una buena conversación de bar. Es un mes simpaticón y saleroso: corto, con carnavales y su botifarra d'ou, con cuaresma y sus buñuelos, con sus masías y sus calçots, con días que se alargan y un sol que calienta un poco más y con sorpresas en forma de nevadas como la que pinta Barcelona de blanco.

Mientras, en el mundo oficial la mierda sigue salpicando a políticos e instituciones públicas que han alcanzado un nivel de cinismo que ni en mi querida Italia.

Mientras, en el mundo real, los ciudadanos seguimos batiendo el cobre e intentando que la mierda no nos contamine la bilis. Servidora muy ocupada, en forma y esas cosicas.


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Momento musical, La Vida es un Carnaval, de Celia Cruz, por que mi english tampoco is very good looking.