lunes, 24 de junio de 2013

Verbena excéntrica

Abro los ojos en una confortable y tranquila habitación repleta de libros. Muchos libros. De arte, de historia, de literatura, de poesía. No hay ruido y una luz melosa se cuela por una pequeña ventana. Una camiseta enorme de Gun's Roses cómoda y molona a más no poder hace las veces de pijama. Pereza. Una vuelta, otra vuelta. Alguien se ha duchado y hay ruido de platos y cubiertos en la cocina. Habrá que levantarse.

Y allí están. El equipo de redacción de la Revista Quimera en pleno ya despiertos y listos para enfrentar el primer café del día de Sant Joan. Y para contarme la nueva dirección que ha tomado esta decana revista de literatura. Novedades que me hacen salivar y me recuerdan lo apasionante que es editar una publicación de calidad. 


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Cama, siempre
Las fiestas suelen acabar en la cama. Y la de la verbena de Sant Joan también. Por muy extraña que haya sido. Por muchas canciones petardas que se hayan bailado. Por mucho tequila y mucho vino que se haya bebido. Por mucho viento, frío y lluvia que haya hecho. Por mucha terraza sobre Collserola, la Torre de Comunicaciones y la ciudad de Barcelona que llame. La cama no perdona. Y bien está.


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Perlas verbeneras

Parole, en modo parodia de Mina y Celentano. Ella divina y fantástica como siempre. El garrulo y caradura, como siempre. 







Te Estoy Amando Locamente, de las Grecas. Bailado al descompás por todos los asistentes a la fiesta. 





No tocarte, de Radio Futura. Tiro de salida que abrió la veda. Después, todo valía.





Tequila, de The Champs. En honor a ese Don Julio reposado que cayó. Enterito. 





Je Bois, de Boris Vian. Canción de última hora que iba sonando a medianoche. 







Hubo más. Muchas más. Un gran tesoro de éxito verbeneros de ayer y de hoy que sería demasiado duro recordar hoy. Hay un intenso dolor de cabeza que persiste en la parte frontal del cráneo para impedir, con buen y sabio criterio, revivir ciertos estados etílicos. 


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Coda verbenera
Cortesía de Ginés Cutillas, que bien ha tenido por compartir este fin de semana festivo de bailes petardos, epitafios, asesinos en serie y otras tropelías con servidora. Y, por si fuera poco, obsequia con esta cita fantástica que resume lo vivido estos días.

"Conocer personalmente a un escritor supone a menudo la destrucción de la ilusión que sus obras han creado. Cuando retiras el velo que cubre el altar de tu ídolo, y lo ves con su gorrito de dormir, descubres a un viejo quejumbroso, a un pedante, a un petimetre, a un tiralevitas, a un insolente snob o, en el mejor de los casos, a un ordinario mortal. [...] Así, como regla general, es sensato alejarse de los escritores que nos divierten con sus obras, pues una vez los conoces dejan de deleitarte para siempre."

Memorias de los últimos días de Byron y Shelley, Edward Trelawny




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